viernes, 29 de mayo de 2020

"LA PLAPLA"

Como ya hemos mencionado a lo largo de este año nos dedicaremos especialmente a la querida autora María Elena Walsh entre otras actividades y autores que también se ven en el blog de nuestra biblio.


En esta ocasión escucharemos este hermoso cuento narrado intitulado. “LA PLAPLA”




De "Cantando y contando a María Elena Walsh"

Este cuento pertenece al libro.






miércoles, 27 de mayo de 2020

"SECRETO DE FAMILIA"


TODOS TENEMOS UN "SECRETO"...

EN ESTE TIEMPO EN QUE ESTAMOS EN CASA EN FAMILIA, TE INVITAMOS  A QUE NOS CUENTES EL TUYO.

COMPARTIMOS ESTA DIVERTIDA HISTORIA DE ISOL, CONTADA POR SU PROPIA AUTORA.





martes, 19 de mayo de 2020

"El país de la geometría"



Había una vez un amplio país blanco de papel.

El Rey de este país era el Compás. ¿Por qué no?

El Compás. Aquí viene caminando con sus dos patitas flacas: una pincha y la otra no.

Jo jo jo jo jó,
una pincha y la otra no.


El Rey Compás vivía en un gran palacio de cartulina en forma de icosaedro, con dieciocho ventanitas.

Cualquiera de nosotros estaría contento en un palacio así, pero el Rey Compás no. Estaba siempre triste y preocupado.

Porque para ser feliz y rey completo le faltaba encontrar a la famosa Flor Redonda.

Jo jo jo jo jó,
sin la Flor Redonda no.


El Rey Compás tenía un poderoso ejército de Rombos, una guardia de vistosos Triángulos, un escuadrón policial de forzudos Trapecios, un sindicato de elegantes Líneas Rectas, pero... le faltaba lo principal: ser dueño de la famosa Flor Redonda.



El Rey había plantado dos Verticales Paralelas en el patio, que le servían de atalaya. Las Paralelas crecían, crecían, crecían...

Muchas veces el Rey trepaba a ellas para otear el horizonte y ver si alguien le traía la Flor, pero no.

Había mandado cientos de expediciones en su búsqueda y nadie había podido encontrarla.

Un día el Capitán de los Rombos le preguntó:

—¿Y para qué sirve esa flor, señor Rey?

—¡Tonto, retonto! —tronó el Rey—. ¡Solamente los tontos retontos preguntan para qué sirve una flor! El Capitán Rombo, con miedo de que el Rey lo pinchara, salió despacito y de perfil por el marco de la puerta.

Otro día el Comandante de los Triángulos le preguntó:

—Hemos recorrido todos los ángulos de la comarca sin encontrarla, señor Rey. Casi creemos que no existe. ¿Puedo preguntarle para qué sirve esa flor?

—¡Tonto, retonto! —tronó el Rey—. ¡Solamente los tontos retontos preguntan para qué sirve una flor! El Comandante de los Triángulos, temeroso de que el Rey lo pinchara, salió despacito y de perfil por una de las dieciocho ventanas del palacio.

Otra tarde la Secretaria del sindicato de Líneas Rectas se presentó ante el Rey y tuvo la imprudencia de decirle:

—¿No le gustaría conseguir otra cosa más útil, señor Rey? Porque al fin y al cabo, ¿para qué sirve una flor?

—¡Tonta, retonta! —tronó el Rey—. ¡Solamente las tontas retontas preguntan para qué sirve una flor! La pobre señorita Línea, temerosa de que el Rey la pinchara, se escurrió por un agujerito del piso.

Poco después llegaron los Trapecios, maltrechos y melancólicos después de una larga expedición.

—¿Y? ¿Encontraron a la Flor Redonda? —les preguntó el Rey, impaciente.

—Ni rastros, Majestad.

—¿Y qué diablos encontraron?

—Cubitos de hielo, tres dados, una regla y una cajita.

—¡Harrrto! ¡Estoy harrrto de ángulos y rectas y puntos! ¡Sois todos unos cuadrados! (Este insulto ofendió mucho a los Trapecios).

—¡Estoy harrrto y amarrrgado! ¡Quiero encontrar a la famosa Flor Redonda!

Y todos tuvieron que corear la canción que ya era el himno de la comarca:

Jo jo jo jo jó,
sin la flor redonda no.


Los súbditos del Rey, para distraerlo, decidieron organizar un partido de fútbol.

Las tribunas estaban llenas de Puntos alborotados.

Los Rombos desafiaban a los Triángulos.

En fin, ganaron los Triángulos por 1 a 0 (mérito singular si se tiene en cuenta que la pelota era un cubo).

El Capitán de los Rombos fue a llorar su derrota en un rincón.

El Comandante de los Triángulos, cansado y victorioso, se acercó al Rey:

—¿Y? ¿Le gustó el partido, Majestad?

—¡Bah, bah!... —dijo el Rey, distraído, siempre con su idea fija—. No perdamos tiempo con partidos; mañana salimos todos de expedición.

—¿Mañana? Pero estamos muy cansados, señor Rey. El partido duró siete horas; usted no sabe cómo cansa jugar con una pelota en forma de cubo.

—Tonto, retonto, mañana partimos.

A la mañana tempranito el Rey pasó revista a sus tropas. Había decidido salir él mismo a la cabeza de la expedición. Rombos, Cuadrados, Triángulos, Trapecios y Líneas Rectas y Quebradas formaban fila, muertos de sueño y escoltados por unos cuantos Puntos enrolados como voluntarios.

Allá se van todos, en busca de la famosa, misteriosa y caprichosa Flor Redonda.

La expedición del Rey Compás atravesó páginas y cuadernos desolados, ríos de tinta china, espesas selvas de viruta de lápiz, cordilleras de gomas de borrar, buscando, siempre buscando a la dichosa flor.

Registraron todos los ángulos, todos los rincones, todos los vericuetos, bajo el viento, la lluvia, el granizo y la resolana.

—Me doy por vencido —dijo por fin el Rey. Quizás ustedes tenían razón y la dichosa Flor Redonda no exista. Quizá no eran tan retontos como yo pensaba. Volvamos a casita.

Cuando volvieron, el Rey se encerró en su cuarto, espantosamente triste y amargado.

Al rato entró la señora Línea a llevarle la sopita de tiza y se preocupó mucho al verlo tan triste.

—Señor Rey —le dijo para consolarlo—, ¿no sabe usted que siempre es mejor cantar y bailar que amargarse?

Cuando la señorita Línea se hubo deslizado por debajo de la puerta, el Rey, que no era sordo a los consejos, dijo:

—Y bueno, probemos: la la la la...

Y cantó y bailó un poquito.

Bailando, bailando, bailando, descubrió sorprendido que había dibujado una hermosa Flor Redonda sobre el piso de su cuarto.

Y siguió bailando hasta dibujar flores y más flores redondas que pronto se convirtieron en un jardín.


Jo jo jo jo jó,
y la Flor la dibujó.

FIN

EL DIABLO INGLÉS
María Elena Walsh
Ilustración de Douglas Wright
Editorial ALFAGUARA


Citamos la FUENTE DE INFORMACIÓN:



BIBLIOTECA DIGITAL INTERNACIONAL PARA NIÑOS


Animate a indagar.

Realizá en forma sencilla las búsquedas de los libros que más te gustan y seguí conociendo otros.  

CLICK EN EL ENLACE: 



lunes, 11 de mayo de 2020

Seguimos conociendo a MARÍA ELENA WALSH



Voy a contarles un cuento que me contaron hace añares, no sé si lo recuerdo bien porque la memoria se pasea mucho, los cuentos cambian todo el tiempo, y los chicos no se quedan quietos.

El cuento dice más o menos así:

Éste era un pueblo chico y feo. No llovía y no llovía, y el suelo estaba reseco alrededor del rancho de la familia Chumpi. La bomba no tiraba una gota más. De noche, en vez de rocío, caían espinas de cacto.

El padre se había ido a cazar peludos o lo que encontrara. La madre lidiaba con un montón de hijos en vacaciones. Estaban tan sucios que no se sabía si eran rubios o morochos, nenas o varones.

La cabra y el cabrito parecían muñecos de alambre. Los frutales sólo hubieran servido para leña.

Al fin la madre dijo: -Vayan todos a buscar algo de comer, por ahí desentierran una batata, pero cuidadito con robar.

Y allá se van corriendo todos juntos, menos Rocío, que es la más chica, y toma por otro camino, con su gato flaco Bergamín pisándole los talones.

La madre se pone a amasar su último pan, con harina de yuyo seco y un poco de baba de cabra, y, de paso, canta una copla que dice: No quiere llover, sale una nube y se vuelve a perder…

Así pasa el día y los chicos van volviendo más sucios todavía. ¿Qué encontraron?

¡Claro, un pedazo de pelota, tres figuritas pisoteadas y unos cascotes, porque brillaban de mica!

Los maullidos de Bergamín anuncian a Rocío: vienen rendidos, con la lengua afuera y los pelos llenos de abrojos. ¿A ver qué basura encontraron ustedes?

Rocío muestra el puño cerrado, le da vergüenza abrirlo, pero al fin estira los dedos uno por uno. ¿Qué es? ¡Bah! Un ovillito de hilo celeste muy enredado.

-Ni para remiendo sirve –dice la madre, pero no acaba de hablar cuando el ovillo escapa de la mano de Rocío… se desanuda solo y resulta que es un hilito de agua, que empieza a viborear y rodar.

Cuando sale del rancho se convierte en arroyo, y el arroyo canta y da vueltas y engorda y crece y todos miran, se quedan como de palo, los ojos muy abiertos.

La cabra y su cría beben hasta reventar. Entonces los chicos chapotean y vemos que son lindos y feúchos, rubios y morochos, cuatro varones y tres niñas, contando a Rocío, que va a buscar un trozo de jabón. El gato Bergamín se trepa a un árbol huyendo del baño.

Juntan agua en todos los cacharros que tienen y se van a dormir con hambre pero al fin sin sed. Tienen miedo de que al amanecer el hilo de agua haya desaparecido como un sueño.

Cuando despiertan, el sol ya está redondo y el río sigue allí. ¡Qué misterio misterioso, señores! Durante la noche han nacido brotecitos muy verdes, ha vuelto el benteveo a bañarse y el agua tan limpita deja ver cómo juegan unos cuantos peces de plata.

Y ahí vuelve papá Chumpi, con un atado de choclos y tres huevos de ñandú.

¡Ja!

Deja caer todo y primero se queda tieso mirando el río, después va a buscar una caña y pesca que te pesca.

¡Y todos contentos, gracias a Rocío y su ovillito de hilo celeste, que no era más que agua dormida al pie de un sauce amarillo!

Dicen que dicen que así nació el río Lapizul.



FIN

Del libro ¡Cuánto cuento! de María Elena Walsh. Ilustraciones de Jorge Cuello. Buenos Aires, Editorial Alfaguara, 2004. Colección AlfaWalsh.

PARA MÁS INFORMACIÓN







11 DE MAYO, UNA FECHA ESPECIAL...

El Himno Nacional Argentino fue compuesto durante el proceso independentista, en 1813, cuando las ideas referidas a la emancipación, a la patria, a los conceptos de nación y soberanía se imponían para ser discutidas entre los integrantes de las esferas políticas y sociales. Se trataba entonces de una época intensa que demandaba unificar criterios para consolidar un espíritu patriótico y que éste a su vez contribuyera a la liberación definitiva del pueblo argentino respecto del dominio político y económico de la Corona de España. Una de las posibles vías para lograr estos objetivos emancipatorios era incluir un símbolo patrio que identificara al pueblo argentino.



PARA MÁS INFORMACIÓN:

CLICK AQUÍ

CLICK AQUÍ

lunes, 4 de mayo de 2020

EN HONOR A NUESTRA QUERIDA BIBLIOTECA LLAMADA COMO LA AUTORA QUE ESTAMOS PRESENTANDO, CONOCEMOS A ESTA ESTACIÓN DEL AÑO A TRAVÉS DE UNA POESÍA Y CANCIÓN.


El Señor Otoño |
María Elena Walsh |
Álbum Juguemos en el Mundo II

En una oxidada cafetera ha llegado un señor, un señor de galera en una cafetera Ford. Con peluca de fideo fino, guantes patito, traje de papel, va dejando por todo el camino una luz parecida a la miel. Dicen que el señor es peluquero y también es pintor y que tira el dinero porque es muy despilfarrador. El señor se para en una esquina y del bolsillo de su pantalón saca banderitas de neblina y un incendio color de limón. Con sus tijeritas amarillas pasa por el jardín: le cortó las patillas y los bigotes al jazmín. A los arbolitos de la plaza un sobretodo de oro les compró, y pintó la tarde con mostaza aunque el sol le decía que no. Dicen que el señor tiene en el cielo un enorme taller donde hará caramelos de azúcar del atardecer. Canta dulcemente con sordina y se pasea como un inspector. Prueba la primera mandarina y se lleva la última flor.
galera = sombrero de copa carretel = carrete de hilo




Seguidores